lunes, 27 de junio de 2011

LOS ORÍGENES DE LA CULPABILIDAD


LOS ORÍGENES DE LA CULPABILIDAD
Son dos las formas básicas que toma la culpabilidad para convertirse en parte integrante del mecanismo emotivo de un individuo. La primera es la culpabilidad aprendida a muy temprana edad que queda como un  residuo infantil en la personalidad adulta. La segunda es la culpabilidad que ha sido autoimpuesta por un adulto  después de infringir un código al que se suscribe.
l. La culpa residual: Esta culpa es la reacción emocional que la gente Lleva consigo desde sus memorias  infantiles. Estos productores de culpa son numerosos y si funcionan en el caso de los niños, la gente mayor sigue cargando con ellos en su edad adulta. Algunos de estos residuos implican amonestaciones como las  siguientes: "Papá no te va a querer si haces eso otra vez." "Deberías sentirte avergonzado por lo que has hecho.,"
(Como si eso te fuera a ayudar.) "Bueno, muy bien, a fin de cuentas, yo sólo soy tu madre."
A la persona adulta las implicaciones subyacentes en este tipo de frases pueden seguir con vigencia cuando desagrada a su jefe o a otras personas que sirven como imágenes paternales y maternales.
El intento persistente de lograr el apoyo de estas figuras está presente y en consecuencia, lo mismo sucede con la culpa cuando los esfuerzos fracasan.
La culpa residual también aflora en el sexo y en el matrimonio. Es fácil verlo en los múltiples remordimientos  y en las excusas por comportamientos pasados. Estas reacciones de culpa se producen porque en la infancia el niño aprende a ser manipulado por los adultos y estas mismas reacciones pueden seguir funcionando en el hombre que ha dejado de ser niño para convertirse en adulto.
2. Culpa autoimpuesta: Esta segunda categoría de reacción culpable cubre una zona mucho más molesta.
Aquí el individuo se siente inmovilizado por cosas que ha hecho recientemente pero que no tienen
necesariamente que estar conectadas con algo que pasó en su infancia. Es la culpabilidad impuesta por sí  mismo cuando se infringe una norma adulta o un código moral adulto. El individuo puede sentirse mal durante  mucho tiempo aunque el dolor nada puede hacer para cambiar lo que ha sucedido. Entre las culpas autoimpuestas más típicas está la de haber reñido con alguien y luego detestarse por haberlo hecho; o el sentirse emocionalmente nulo debido a algo que se ha hecho como haberse ido sin pagar en un negocio, no haber asistido a la iglesia, o haber dicho algo indebido.
De este modo, puedes considerar la culpa como una reacción a residuos de normas que te fueron
impuestas y por las que aún estás tratando de complacer a alguna ausente figura de autoridad, o como
resultado de tus esfuerzos por vivir a la altura de normas autoimpuestas que realmente no te convencen, pero  sientes que debes contemporizar con ellas. En ambos casos, se trata de un comportamiento estúpido y lo que es más importante, inútil. Puedes seguir lamentándote hasta el fin de tus días, pensando en lo malo que  has sido, y lo culpable que te sientes, y ni la más pequeña tajada de culpa podrá hacer algo para  rectificar ese comportamiento. Se acabó tu culpabilidad es una tentativa de cambiar la historia, de  desear que las cosas no fueran como son. Pero la historia es así y tú no puedes hacer nada al respecto.
Lo que sí puedes hacer es empezar a cambiar tu actitud respecto a las cosas que te producen culpa. En
nuestra cultura hay muchas venas de pensamiento puritano que nos envían mensajes de este calibre: "Si te  diviertes, tendrías que sentirte culpable por ello". Muchas de tus propias reacciones de culpa autoimpuestas podrían encontrar su origen en este tipo de pensamiento. Quizás has aprendido a que no debes satisfacer tus gustos, o que no debes disfrutar de un chiste verde, o que no debes participar en cierto tipo de comportamientos sexuales. Si bien los mensajes represores son muy comunes en nuestra cultura, la culpa que sientes cuando te estás divirtiendo es puramente autoimpuesta.
Puedes aprender a disfrutar del placer sin sentirte culpable. Puedes aprender a verte a ti mismo como una  persona que es capaz de hacer cualquier cosa integrada en su propio sistema de valores sin perjudicar a los  demás. Y hacerlo sin sentir culpa. Si haces algo y te disgustas contigo mismo luego de haberlo hecho, puedes  proponerte evitar ese tipo de comportamiento en el futuro. Pero soportar una sentencia de culpa autoimpuesta es un "viaje" neurótico que te puedes evitar. La culpabilidad no sirve de ayuda para nada. Por el contrario, no sólo sirve para inmovilizarte sino que aumenta las posibilidades de que repitas el mismo comportamiento indeseado en el futuro. La culpa puede servir de retribución en sí misma y también de permiso para repetir el mismo comportamiento. Mientras retengas la posibilidad de retribución que significa el absolverte a ti mismo por medio de la culpabilidad, podrás seguir dando vueltas como un burro atado a la noria sin lograr nada a no ser la infelicidad del momento presente.
Fuente:LIBRO Tus Zonas Erròneas
Wayne  Dyer

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